jueves, 25 de abril de 2013

Capítulo XVIII Amor a golpes


CAPÍTULO XIX
La imagen pública de Henry Harper
-          En lugar de decir que me muevo continuamente por el ring aunque pego  corta distancia, en tus artículos debes escribir que mezclo los estilos de los dos tipos de boxeo existente; es decir el del fajador[1] y del estilista[2] – dijo Henry. Ahí, Henry  detuvo la caminata de ambos por Saint James Park, pues ambos caminaban con los codos entrelazados (y habían salido aprovechando que hacía buen tiempo y sorprendentemente todavía no se había producido la primera nevada del año) para mirar de manera disuasoria y con los ojos entrecerrados a Sarah, antes de advertirle, diciéndole: - No te atrevas a reírte del nombre – añadió. – Y por favor ¡deja de decir que le golpeo con puños! – exclamó, horrorizado por su falta de conocimiento de vocabulario pugilístico. – Llámalo hook[3] o simplemente, gancho pero no puño, por Dios – concluyó.
-          Toda esta retahíla de nombres técnicos y lecciones magistrales de boxeo están muy bien – le interrumpió Sarah enfurruñada y bastante avergonzada al descubrir con estas charlas matutinas lo poco que se había documentado en el boxeo. – Pero… ¿cuándo voy a poder aplicarla en mis artículos si tú ya no peleas? – le preguntó. - ¿Por qué ya no peleas? – quiso saber, contrariada.
-          ¡Pero yo sí que peleo! – exclamó él, defendiéndose.
-          No desde hace tiempo – rebatió ella. – Sé que dependes de la organización de los combates de Albert pero… ¿no podías meterle un poco de prisa? – le pidió, con cara de lástima. -  Quizás para ti el dinero no sea importante porque eres noble pero para mí es vital para poder pagar el alquiler de miss Anchor y vivir ¿sabes? – le preguntó. – Y no puedo vivir mínimamente bien si no trabajo, lamentablemente mi trabajo está ligado a tu persona, así que si tú no peleas, yo no trabajo y si yo no trabajo no cobro sueldo y si no cobro sueldo de seguido me despiden, vuelvo al umbral de mi pobreza y me despedirán con bastante probabilidad así que ¡pelea ya! – ordenó, gruñendo.
-          Ya te he dicho que continuo peleando – explicó él haciendo caso omiso a las palabras suplicantes de Sarah. – Y de hecho, no hace tanto de mi último combate - añadió.  – Combate que se produjo el día del baile de los Richfull – concluyó, satisfecho y conocedor de que esta revelación le causaría una sorpresa mayúscula.
-          ¿Qué? – preguntó ella, siendo ahora la responsable de la detención del paseo mientras echaba cálculos mentales. – Pero… pero… pero… - tartamudeó hasta que le salieron las cuentas: Henry peleó hacía cinco días. – Pero… eso es imposible – consiguió decir finalmente con un hilo de voz. – Yo no estuve allí – explicó, elevando la mirada hacia él para que comprobase lo furiosa que estaba.
-          ¿Recuerdas que te dije que tenía cosas que hacer? – le preguntó. – Pues esa era mi tarea de esa noche, no la seducción de algunas de las mujeres que se me insinuaron como te hice creer – añadió.
-          Eres… eres… eres… - volvió a tartamudear, mirándole de manera aún más furibunda y apretando tanto los dientes hasta que le dolieron.
-          Un impresentable, un liante y un mentiroso – concluyó. – Lo sé – añadió con petulancia. – No es nada que no me hayan dicho antes – concluyó, guiñándole un ojo y provocando que emitiese un pequeño gritito con el que manifestó de manera sonora su enfado.
-          ¿Has incluido en tu acertada descripción la palabra egoísta? – le preguntó con ironía. – Porque creo que ese adjetivo también es perfectamente aplicable a ti – bufó. - ¿Es que no has escuchado lo de que necesito el dinero? – le preguntó.
-          Con total claridad – aseguró él. – En mi defensa debo decir que éste era un combate privado y que como puedes comprobar, gracias a tu ausencia allí estoy incólume y sin un rasguño – explicó. – Así que puedes ahorrarte tu preocupación hacia mí – añadió mordaz. – Además ¡el combate tampoco duró tanto! – exclamó. – A los pocos minutos yacía en la lona del ring gracias al jab[4] que le asesté – explicó
-          Egoísta – refunfuñó ella, cruzándose de brazos.
-          ¿Egoísta yo? – le preguntó, fingiendo estar ofendido. – Si yo soy un egoísta, tú eres una consumista – la insultó. - ¡Solo pensando en el dinero! – exclamó.
-          Claro, ¡como tú ya atienes tu asignación mensual solo por ser noble…! – dejó caer. - ¡A los demás que nos zurzan! – añadió, esta vez sin disimular su enfado.
“¿Asignación mensual?” se preguntó con una sonrisa a medias. “¡Si tú supieras…!” añadió para sí.
-          Te sorprenderá saber querida prima Simeona que la mayor parte de mis ingresos provienen del boxeo, no de mi asignación mensual – se limitó a explicar.
-          ¿Ah sí? – le preguntó ella burlona. – Y ¿qué tan rentable es el boxeo como para que vivas de manera holgada gracias a él? – añadió, con los brazos en jarras.
-          Rentable en el sentido a que solo gracias al dinero de las apuestas gano al menos treinta libras fijas por combate – explicó.
Sarah se quedó boquiabierta ante esta revelación.
“Knock Out”[5] pensó bastante orgulloso Henry.
-          ¿T…tt…ttt…trrr…ttrrree….tttrrreeeeinnn…? – tartamudeó, aunque intentó de todas las maneras posibles que el descubrimiento de la pequeñas fortuna que ganaba por combate no se reflejase ni en la expresión de su rostro ni en su voz; fracasando obviamente. – Treinta – consiguió decir finalmente de forma muy parecida a la tos de una persona que fumaba. - ¿Treinta libras fijas? – preguntó finalmente con un tono de sorpresa y estupefacción bastante latente.
-          ¿Sorprendida eh? – se regodeó. – Te dije que deberías apostar más a menudo, no sabes el negocio tan rentable que puede llegar a ser -  concluyó.
“¡Desde luego que sí!” exclamó ella con rotundidad.
Y a partir del próximo combate lo haría porque unos ingresos extras nunca venían mal. Máxime cuando gracias a esta otra segunda actividad podía ganar mucho más dinero que su sueldo habitual le proporcionaba.
Sarah no sabía a ciencia cierta cuánto era el tiempo exacto que Henry llevaba peleando pero… echando cuentas… (algo en lo que era una alumna aventajada y tardía, gracias a las lecciones de matemáticas que Christian le había impartido) si solía tener más de un combate por semana, un mes tenía cuatro semanas y un año tenía cincuenta y dos semanas…
“¡Madre de Dios!” exclamó, con los ojos fuera de las órbitas. “¡La fortuna de Henry era superior a la de los Crawford!” añadió. “¡Mayor incluso que la del rey!” añadió, incapaz de creerlo.
De forma repentina le entraron unas ganas increíbles de visitar su más que lujosa mansión…
-          Desde luego es mucho más que lo que te paga tu querido Christian por trabajar en el periódico como cronista de boxeo ¿no? – le preguntó, sacándola de sus ensimismamiento y continuando con el regodeo hacia su persona.
-          Hablando de boxeo… - dijo ella. - ¿Por qué no hay mujeres boxeadoras? – le preguntó ella curiosa e ignorante en el tema.
-          Porque no hay ropa adecuada y adaptada para vosotras en este deporte y por tanto tendríais que luchar con calzones y el pecho descubierto – explicó él, inventándoselo sobre la marcha dado que ignoraba la respuesta a esa pregunta.
-          ¿Y? – preguntó ella sin entender. – Estoy segura de que Albert estaría más que encantado de que eso sucediera – añadió.
-          Albert sí, los hombres también… pero dudo mucho de que a las mujeres os hiciera mucha gracia – explicó. – Es más, creo que serían muy pocas las que aceptarían participar en este tipo de combates precisamente por eso – añadió.
-          Yo creo que si le buscaran una solución intermedia, con gusto habría mujeres que serían boxeadoras – opinó Sarah. – Vosotros imitáis a los gladiadores y ya hubo gladiadoras[6] en la antigüedad así que solo sería dar un paso más – añadió. – Además, hay mujeres que sí que saben cómo golpear con contundencia – incidió. – Mira tu hermana – apostilló intencionadamente para ganarse du favor.
-          ¿Adónde pretendes llegar con la recomendación de este tema de forma tan “inocente”? – preguntó con suspicacia. – Porque pese a que no te conozco desde hace mucho, dudo que hablar sobre gladiadoras responda a un afán de conocimiento repentino por tu parte sobre este tema, sobre todo cuando es obvio que te estaba aburriendo hasta la saciedad cuando te explicaba la terminología pugilística – le hizo saber.
-          Quiero pelear – anunció.
-          No – respondió él.
-          ¿No? – preguntó ella. - ¿Por qué no? – añadió, confusa y enfadada.
-          Porque eres una mujer – se limitó a responder en esta ocasión.
-          Soy perfectamente consciente de ello – rebatió ella. - ¿Y? – añadió.
-          Y dudo que tengas un afán exhibicionista tan desarrollado es bastante evidente lo incómoda que te sientes cuando la tela de tus corsés es inferior a la mitad de tus llaves del infierno – añadió, descendiendo su mirada a sus senos, por si no entendía bien el símil.
-          Pero… ¡necesito saber pelear! – protestó agitando los brazos y moviendo las faldas evidenciado su frustración.
-          Yo creo que no – añadió con ironía.
-          Necesito protección desde que hiciste desaparecer a Marc de mi lado – le acusó. - ¿Qué le has hecho? – exigió saber.
-          Yo no le he hecho o dicho nada – se defendió él. – A lo mejor has sido tú quien le ha espantado con tu desobediente comportamiento y rebelde actitud – le acusó.
-          ¿Desobediente yo? – preguntó realmente ofendida. - ¡Pero si soy un ángel! – exclamó. – Incluso tú mismo me llamaste así durante un tiempo – le recordó.
-          Pero por eso mismo, tú dices que soy desobediente y rebelde y con ellos dejas caer de forma no muy sutil que soy un peligro y un foco de atracción de problemas; sobre todo ahora que gracias a Dios se me ha borrado tu marca de posesión – dijo.
-          Si quieres te hago otra ahora mismo encantado – le interrumpió.
-          No gracias – dijo entre dientes, enfadada porque hubiera cortado su argumentación (aunque bien es cierto que una parte de sí misma quiso que se la hiciera de nuevo si ello conllevaba volver a ser besada por Henry) – Y además, dices que mi mera presencia en The Eye te distrae – le recordó. – Pues bien, piensa ¿no te preocuparás mil veces más por mí sabiendo que voy allí sola y que estoy indefensa ante el ataque de cualquier hombre más alto y fuerte que yo porque no sé defenderme? – le preguntó. - ¿Realmente quieres que eso caiga sobre tu conciencia? – añadió, causando el efecto deseado.
-          Joder… - masculló Henry entre dientes mientras maldecía y echaba pestes sobre la enorme y gigantesca figura de Marc; quien no había encontrado otro momento más oportuno para desaparecer que este.
En ese momento Sarah supo que había vencido pero por si acaso decidió darle un argumento más, favorable a su causa.
-           Míralo por el lado bueno; podrás enseñarme de forma práctica todas esas palabrejas que me defines de forma tan magistral como aburrida – Seguro que así ya no se me olvidarán – añadió.
-          Lo haré – pronunció un Henry derrotado mientras suspiraba de forma sonora.
-          ¿Cómo dices? – preguntó ella fingiendo no haber escuchado bien y saboreando su nueva victoria en el combate dialéctico.
-          Que lo haré – repitió más alto. – Y no me hagas volver a repetirlo porque sé de sobra que me has escuchado perfectamente – le advirtió, amenazante.
Pero Sarah no le pidió que se lo repitiera.
Llena de una energía desconocida e inmensamente feliz bien fuera por haber conseguido su objetivo o bien porque nuevamente había derrotado a Henry en una de sus agudas y mordaces charlas, recuperando con ello el honor perdido tras haber quedado como una boba al enterarse de su sueldo; Sarah se lo agradeció abalanzándose sobre un bastante más que sorprendido por el hecho Henry y le abrazó con fuerza.
Era tal la energía y el ímpetu que contenían ese abrazo que inevitablemente comenzaron a girar sin dejar de reír, sin saber ninguno muy bien el por qué.
De esta manera fue como se los encontró Christian Crawford; estupefacto por la visión.


Las apariencias engañan.
Las apariencias engañan.
La realidad supera a la ficción.
Ese fue el hilo de pensamientos de Christian Crawford cuando se encontró con semejante atípica visión antes sus ojos.
Sus peores temores se confirmaban con esta acción: Henry Harper se había adueñado y había pervertido tanto del carácter de su Sarah que a ésta ya no le importaba lo más mínimo realizar acciones como abrazar a un hombre en público cuando estaba terminantemente prohibido gracias a las estrictas normas de protocolo y que la gente pensase que era una cualquiera cuando comprobasen y se cerciorasen de que no llevaba anillo alguno en su dedo.
“Si tan solo hubiera llegado antes…” maldijo, tomándole una inquina especial a Saint James Park ese día.
En cualquier otro momento y bajo cualquier otra circunstancia Saint James Park era un lugar de Londres que le gustaba especialmente: era grande, estaba cuidado, podía respirarse aire puro y además, estaba cerca de su casa.
Sin embargo, las dimensiones del parque hoy se le habían hecho casi interminables y por ello, se había vuelto loco intentando dar con ellos por todos y cada uno de los rincones y parajes ocultos y secretos que dicho recinto ofrecía.
Se equivocó por completo cuando pensó que ambos ocultarían a ojos de los demás su ilícita relación. Sobre todo cuando se encontró con ellos frente a frente riendo y abrazados dando vueltas casi justo en la mitad del parque; a ojos de todos.
No supo qué le fastidió más: si  el estado de trance y felicidad en el que ambos se hallaban; el cual parecían restregar con ese comportamiento público casi libidinoso a todos los paseantes del aparque a esas horas o la complicidad de las miradas mientras lo hacían.
Unas miradas que reflejaban… ¿amor?
¿Estaban enamorados esos dos?
Imposible.
¡Pero si no podían ser más opuestos!
¿Qué demonios iba a hacer Sarah con un perdedor y un vago como era Henry?
¿Por qué alguien como Henry; que podía acostarse (y de hecho lo hacía) con cualquier mujer sin importarle su condición social (dado que todas estaban igual de dispuestas a abrir las piernas para él) iba a elegir de entre todas las componente del sexo femenino a alguien tan normal y corriente como Sarah Parker?
Daba lo mismo porque su historia de amor (incipiente esperaba) iba a acabar ahora mismo.
Él mismo iba a encargarse de ello.
Y por eso, no le importaría utilizar cualquier truco (por muy sucio, bajo o ruin que fuese) con tal de mantener la seguridad y la reputación de su amiga impoluta.
Dime con quién andas y te diré quién eres ¿no?
Pues ella no andaría con este…este perdedor.
-          ¡Sarah! – gritó furioso y echando espuma por la boca mientras se acercaba a ellos pisando de manera firme (así lo manifestaba el rastro de sus pisadas sobre la tierra) y con los puños apretados.
La mera mención de su nombre sirvió para que Sarah se ubicase en la realidad, parpadease varias veces, frenase el impulso de su carrera y con un suave toquecito en el hombro de Henry le pidió que detuviese sus giros y la depositase en el suelo.
Henry obedeció en silencio. No obstante, conocedor de que el número de vueltas había sido tanto y tan de seguido que probablemente se marearía ligeramente al apoyar los pies en el suelo y preocupado porque pudiera hacerse daño al intentar mantenerse erguida, la agarró de la cintura; evitando así cualquier tipo de daño.
Su intuición estuvo en lo correcto cuando Sarah tardó más de lo que acostumbraba en reconocer a quién pertenecía la voz que la había llamado a voces en Saint James. Eso solo podía significar que había estado ligeramente mareada porque en cuanto se recuperó y se mantuvo rígida, sugirió con un hilo de voz:
-          ¿Christian? - ¡Christian! – exclamó horrorizada y liberándose con manotazos del agarre de Henry. Un gesto que encantó a Christian, quien pensó que quizás no todo estaba tan perdido y que esto iba a resultarle mucho más fácil de lo que había pensado en un principio.
-          ¿Qué crees que estás haciendo? – le preguntó directamente a Henry; culpable e instigador sin duda de la situación, ignorando a Sarah deliberadamente.
-          Lo primero de todo educación Pitágoras – le dijo. – Buenos días para ti también – añadió con ironía. – Y respondiendo a tu pregunta, estoy caminando – concluyó, como si nada.
-          ¿Con mi amiga Sarah? – preguntó, con rin tintín.
-          Confieso que he descubierto recientemente tu amistad con Sarah – explicó. – Ella no me había dicho nada al respecto – añadió, guardando el secreto de su enamoramiento hacia él. – Aunque… muy buenos amigos no deberíais ser cuando me lo ocultó un detalle tan importante como ese ¿no crees? – le preguntó.
-          Opino exactamente lo mismo que tú – dijo, esbozando una sonrisa maliciosa en el rostro mientras asentía. - ¿Y vosotros? – preguntó. - ¿Cuál es vuestro grado de amistad? – quiso saber, intentando parecer desinteresado.
Henry miró a Sarah y dijo:
-          Nos estamos conociendo –
-          ¿Qué haces aquí Christian? – preguntó Sarah, confusa por su presencia allí y sobre por la temática que había escogido para la conversación.
-          Salvarte – respondió mirándola de manera furiosa; confundiéndola aún más. – O sea que aún no se lo has contado – añadió, mirando ahora a Henry.
-          ¿Contarme qué? – quiso saber Sarah.
-          Lo que debería haberte dicho para evitar crearte una imagen completamente equivocada de él – explicó. Sarah miró ceñuda primero a Henry y luego a Christian mientras un único pensamiento cruzaba por su cabeza: Henry estaba casado y con hijos y ella no había sido más que un divertimento y entretenimiento (besos incluidos) para una de sus crisis matrimoniales.
Envalentonado por la ausencia de reacción de Henry, Christian siguió hablando:
-          Te relacionas con muy malas compañías últimamente Sarah – le regañó. - ¿Sabes cómo se gana la vida aquí el señor? – le preguntó, manifestando en la palabra señor el asco que Henry le producía. Sarah iba a responderle pero Henry le agarró y apretó fuerte la muñeca, manifestando con esa acción que no debía responderle y que le dejase continuar; dado que parecía que era bastante lo que tenía que decir. – Es imposible que lo sepas dado que no se dedica a nada más que vaguear y perder el tiempo junto a Albert, el hijo de lord Chesterfield – respondió. – Dios los cría y ellos se juntan ¡Menudo par! – exclamó con desprecio. – Y dime Sarah ¿te ha contado tu amigo… - dijo poniendo especial énfasis en la última palabra - … que abandonó sus estudios universitarios de derecho sin haberlos concluido para alistarse en el ejército? – le preguntó.
Sarah negó con la cabeza y volvió la vista hacia Henry mientras las palabras de Christian resonaban de fondo y comenzaban a hacer mella en ella:
-          Como lo oyes Sarah, estás ante un iletrado por elección personal –
En ese momento, la expresión serena y amable de Sarah hacia él cambió. Henry no lo sabía pero si existía algo que molestase a Sarah por encima del resto de cosas en el mundo eran aquellas personas que abandonaban sus estudios por propia voluntad teniendo la posibilidad y la capacidad económica para completarlos. Con esto demostraban una falta de interés y un desprecio sobre el resto de personas; algunas como ella, que pese a que querían no podían desarrollarlos.
-          Pero aún hay más ¿verdad Henry? – le preguntó con una sonrisa. Una sonrisa que éste le devolvió. - ¿Sabías Sarah o te ha contado que una vez abandonados sus estudios y alistado en el ejército abandonó las filas casi recién iniciado, desertando y dedicando desde ese momento y hasta la finalización del conflicto su vida a no hacer otra cosa que beber, fornicar y viajar escondido porque le buscaban por traición de uno a otro país europeo? – añadió, con gesto victorioso.
La estupefacción e incredulidad de Sarah a medida que Christian abría la boca iban en aumento. Tanto que, inevitable e inconscientemente puso distancia entre ambos. El segundo motivo por el que lo hacía era para poder mirarle a los ojos e intentar escudriñar qué se escondía tras la pétrea expresión que tenía plantada en el rostro en ese momento. No consiguió desentrañar nada. Él continuaba impasible e incluso, podría decirse que ¿ausente?
-          Sin embargo, eso no es lo más destacable de todos los avatares vitales de Henry ¿verdad Henry? – volvió a preguntar burlón y atrayendo nuevamente la atención de Sarah en el monólogo de humillación que estaba interpretando. - ¿Sabías mi querida Sarah que Henry tiene un segundo nombre? – le preguntó. – Espera, mejor tenía – rectificó. Sarah negó nuevamente con la cabeza. Sin embargo, la adición de información fue tan rápida que apenas le dio tiempo a cambiar el movimiento de su cuello por el de la incomprensión. En consecuencia de lo mismo, tuvo un fuerte tirón en el cuello.
-          Como lo oyes Sarah, el segundo nombre de Henry era Honorius – anunció.  – Y digo era porque su padre, lord Harper se lo anuló una vez conocido los valientes y honrosos actos que protagonizó su hijo en el continente – agregó. – Además, también le dijo que era la vergüenza de la familia Harper y que era el único indigno de llevar ese apellido – apostilló. – Creo recordar que también te dijo que por tu culpa el honor familiar de los Harper había quedado empañado para todas las generaciones ¿verdad? – le preguntó fingiendo no saberlo cuando en realidad era plenamente conocedor de todo lo que le había sucedido. Henry volvió a asentir de forma apenas perceptible e ignorando las inmensas ganas que tenía de golpearle y romperle la mandíbula para que dejara de intentar humillarle públicamente. – Obviamente, tras semejante episodio de drama familiar, Henry fue expulsado Harper Mansion y desde entonces malvive en las calles de los bajos fondos londinenses sin oficio ni beneficio aprovechándose de su belleza para ejercer de puto de las nobles y mujeres acomodadas que no son felices en sus matrimonios y respectivas relaciones amorosas, lo cual le permite tener un estilo más o menos refinado – concluyó.
Ahí Sarah estuvo a punto de contradecirle y explicarle al menos cuál era uno de los principales ingresos monetarios de Henry; pues ella misma era testigo cada vez que asistía a uno de sus combates. Era luchador por tanto y no prostituto; si es que esa palabra existía. No obstante, cuando iba a hacerle y como en la ocasión anterior, Henry la detuvo con un apretón de su muñeca aún más fuerte que el anterior.
-          ¿Me he equivocado en algo? – le preguntó, satisfecho como nunca había estado antes por haber podido desquitarse. – Atrévete a contradecirme si puedes – le retó.
Y por primera vez, Henry abrió la boca en toda la conversación para responderle:
-          Te felicito Christian. Te conoces mejor mi vida que incluso yo mismo – Todo lo que has dicho es cierto – añadió y volvió su cabeza hacia Sarah para mirarle de manera amenazante y advertirle de manera silenciosa de que no dijera ni una sola palabra de lo que sabía.
Christian bufó por la respuesta que éste le había dado y odió aún más a Henry; ya que con solo una frase había sido capaz de dejarle en ridículo.
A Sarah no le gustaban las injusticias.
Era algo que tampoco podía soportar.
Y ahora mismo, su amigo Christian; del cual no le había gustado en absoluto la manera de tratar y comportarse con Henry había cometido una muy grande.
Además de que no era cierto y por ello rabiaba y clamaba mentalmente a Henry lanzándole miradas igual de duras que las que recibía por su parte para que la soltase y pudiera ejercer como su defensora. Por si no le quedaba suficientemente claro, se retorcía para intentar liberarse del grillete que tenía por muñeca para poder cantarle las cuarenta a Christian en ese sentido. Pero era en vano.
Se notaba a la perfección la diferencia de estatura y peso y sobre todo quién realizaba deporte con asiduidad, tanta que se había convertido en el campeón de los pesos medios de Gran Bretaña y quien no realizaba ningún tipo de actividad física diaria.
Fue uno de esos movimientos de liberación el que captó la atención de Christian quien; de inmediato se acercó a ellos con la clara intención de liberarla. No obstante, el mero amago de acercamiento hacia ambos provocó que éste la soltara, extendiera y elevara la mano en señal de rendición.
Poco tiempo duró la libertad de Sarah.
Apenas unos segundos.
El tiempo que transcurrió desde que Henry la soltara sin oponer resistencia; lo cual le sorprendió sobremanera, y que Christian la agarrase por encima del codo y comenzara a llevársela a rastras de allí maldiciendo, diciendo palabras malsonantes acerca de Henry y refunfuñando una y otra vez que lo hacía por su bien y que le había salvado de la perdición y de caer embaucada en las garras de Henry Harper, un ser odioso y para nada recomendable.
Por más oposición que intentó poner Sarah fue imposible liberarse de este nuevo agarre; nuevamente por los motivos reseñados. Y eso le fastidió sobremanera porque ni siquiera pudo despedirse de Henry como Dios y el protocolo mandaban y sobre todo, porque no le habían dado opción o margen a que se explicase.
Y ¡desde luego que tenía cosas que explicar!
Al menos a ella.
Llámese intuición, pálpito o presentimiento pero Sarah tenía la corazonada y por tanto, creía firmemente que Christian no decía completamente la verdad en este asunto, pese a que no hacía mucho tiempo que conocía a Henry Harper. Un Henry que podía ser un poco egocéntrico y creído (por motivos evidentes por otra parte) pero además era respetuoso, amable, atento y gracioso con ella. Le caía bien y no le había dado una mala impresión de inicio y solo por eso, Sarah quería saber qué era lo que él tenía que decir al respecto. Además de que había cosas de él que Christian desconocía, como lo del boxeo y que no malvivía; al contrario, poseía una pequeña fortuna.
Multitud de cuestiones venían a su mente mientras se alejaba cada vez más de él y no dejaba de mirar su bello y ausente de reacción rostro.
¿Por qué no se había defendido?
¿Por qué no le había contado su verdadera ocupación actual?
Y sobre todo ¿por qué dejaba creer a todos tener tan mala opinión y creencia de su persona cuando era obvio que se había reformado? ¿Se avergonzaba de sí mismo o de sus actitudes pasadas? ¿Qué fue realmente lo que le motivó a abandonar el ejército apenas empezó la contienda? ¿Se había prostituido para sobrevivir?
“Adiós Parker” se dijo mentalmente mientras la veía forcejear para intentar liberarse del agarre de Christian y alejarse a pasos agigantados de su posición.
Conociéndola como la conocía (aunque ella parecía no ser muy consciente de ello) estaba seguro de que tenía multitud de preguntas surcando por su mente ahora mismo. Todas provocadas y motivadas por la descripción tan acertada y cierta que Christian había hecho de su persona y unas preguntas de las que sólo él por ser el generador, debía ser el encargado de resolverle.
Era mejor así.
Él no era bueno para nadie.
¿Quién querría estar cerca de alguien o ser amigo de alguien a quien la necesidad le llevó a ejercer la prostitución como forma de supervivencia a riesgo bastante serio de perder la vida sino lo hacía? ¿Quién querría estar con un hombre marcado con el estigma psíquico y físico de ser la vergüenza de la familia o del ejército británico por salir en defensa de unas pobres muchachas europeas evitando con esto que fueran violadas aún riesgo de su propia integridad física como así había sido?
Nadie.
Le habían dicho en numerosas ocasiones que era un héroe por acciones como ésa. E incluso también cuando generaba la ilusión y la esperanza en aquellos pequeños niños a los que los padres colaban en los combates para que le vieran luchar pero él no se consideraba un héroe.
Al contrario, su padre y Christian tenían razón y era una escoria indigna y sin honor. Por eso, en cierto modo se alegraba de que por una vez Christian le hubiera vencido en algo y por fin, se hubiera desquitado con él.
Christian que se estaba llevando  a Shana de su vida para siempre.
Christian y Shawna. Silvana y Christian.
 Hacían muy buena pareja vistos desde la lejanía.
Pero por una vez ¡hubiera estado tan bien que alguien se acercase a él por su carácter y no por su físico!
¡Su maldito y no otorgado de forma voluntaria don de la belleza!
¡Pero lo que él quiso siempre fue ser normal!
¡Hubiera estado tan bien tener una amiga!
Henry, pese a estar triste sonrió ante las ironías de su vida.
Ahí fue cuando notó aún la mirada inquisitorial de Sarah sobre él y para tranquilizarla, la saludó de la manera y forma que ambos compartían y que parecía se había convertido en su saludo secreto: el saludo militar con dos dedos sobre el lateral de la frente. Un saludo secreto que nunca más realizaría para ella y por el cual, esta vez, lo realizó de manera aún más exagerada permitiéndole que fuera perfectamente consciente del gesto antes de girarse y emprender el camino de regreso a su hogar con el telón ambiental que le proporcionaron los primeros copos de nieve de ese invierno, que se manifestaban y en consecuencia manifestaban a su vez el estado anímico de tristeza de Henry.
“Quizá nos veamos en The Eye, Sarah” se despidió mentalmente por segunda vez como consuelo.
Tardó al menos diez segundos en ser consciente de lo que había dicho.
¡Se había acordado de su nombre por primera vez desde que la conoció!
Pero ¿cómo no iba a hacerlo si en ese momento se había dado cuenta de que estaba total, completa y absolutamente enamorado de Sarah Parker?


[1] Fajador: Boxeador que prioriza el combate el combate a corta distancia de su adversario y los intercambios de golpes.
[2] Estilista: Boxeador que privilegia el combate a corta distancia y el desplazamiento continuo sobre el ring
[3] Hook o gancho: Golpe lanzado con el brazo a la altura del hombro y el codo doblado. Es un ataque corto que trata de hacer contacto con la frente, la mandíbula, zona de las costillas o del hígado del oponente.
[4] Jab: Golpe recto al oponente con la mano proyectada a la altura del mentón.
[5] Knock Out o K.O: Derribar al oponente e incapacitarlo para reincorporarse a la pelea una vez terminada la cuenta de diez por el réferi. Éste otorga la victoria instantánea.
[6] Existen apenas unas pocas menciones a la existencia de las mujeres gladiadoras pero hallazgos escultóricos, epigráficos y arqueológicos confirmas su existencia además de la literatura y la legislación romana. Así se sane que existieron combates de mujeres gladiadoras en tiempos de Nerón y que Domiciano promovió este tipo de luchas pero que tanto Trajano como Septimio severo las prohibieron.
Con respecto a éste último cabe reseñar que el motivo por el cual prohibió este tipo de combates entre mujeres fue porque muchas veces éstas eran incluso aún más feroces que los propios hombres y hacían parecer y lucir como gatito indefensos a los soldados romanos gracias a que eran muy masculinas; dejando en ridículo y poniendo en cuestión la virilidad del ejército.
Con respecto a la sexualidad y el origen social de las gladiadoras hay multitud de teorías: se cree que eran prostitutas, amantes de gladiadores o mujeres esclavas obligadas a luchar. Incluso que eran lesbianas o transexuales.

2 comentarios:

  1. Jajajaja que capullo!! Yo que pensaba que estaría con alguna de los papelitos... XD y estaba peleando!! XD Me encanta su acuerdo para aprender a luchar, me da que va a dar buenos momentos... XD
    ALBERT ES NOBLE?!?!?!?! Aqui!!! " desde entonces malvive en las calles de los bajos fondos londinenses sin oficio ni beneficio aprovechándose de su belleza para ejercer de puto de las nobles y mujeres acomodadas que no son felices en sus matrimonios y respectivas relaciones amorosas, lo cual le permite tener un estilo más o menos refinado" mi boca ha ido en plan puerte que se abre y ojos que se salen!! AQUI!! Ha sido como.... DIOOOOSSSS mira que se puede verter mierda, aunque sea cierta, de alguien, pero esto.... ya es demasiado!!! OoO
    what? what? what? salvar a damiselas en apuros y liarla parda por eso?? what??!! lo de la prostitucion no es tan raro... pero quiero saber la historia al completo!!!!
    Ayyy... que ganas de abrarle y cuidarle me han dado!!! Pobre Henry!!! :'(

    ResponderEliminar
  2. AAAAAAIIIIISSS Q BONITO EL FINAAAAL AAAAAAIIISS Q MORRANTICO MAAADRE MIAAA (MOMENTO DE AIS Q BONITO Y OJOS LLOROSOS DE AMBIENTE ROMANTICO E ILUMINADOS CON LA DECLARACION MENTAL DE QUE SE HA ENAMORADO DE SARAH) AAAIISS Q GANAS DE APUTURRARLO Y CONSOLARLO ME HA DADO Q GANAS DE DECIRLE HIJO MIO TE DOY UN ABRAZO Y UN BESO Y TO LO QUE TU QUIERAS QUE TE LO MERECES MOCETON POBRECITO MIO MADRE Q TRISTE SE ME HA QUEDADO Y SOLO XQ EL GILI...... CREETINO IMBECIL TONTO DEL CULO Q ME DAN GANAS DE ARRANCARTE LA CABEZA X MUY HERMANO DE MI SUPREMO (AAAAAIIISS MI SUPREMO SUSPIRO DE ENAMORADA QUE LE SALEN CORAZONES POR LOS OJOS Y ESTA CON LAS MANOS EN POSICION DE REZAR Y CARA BOBALICONA PENSANDO EN EL BELLISISISISISISISISISIISISIMO SUPREMO WILLY WILLY QUE ME LO COMO CON PATATAS TIO BUENO MACIZO QUIERO UN HIJO TUYO XD) X DONDE IBA A SI GILI... GILI.... Q SI TE COJO TE ARRANCO LA CABEZA CAB..... HIJO DE MALA MADRE SINVERGÜNEZA BUENO QUE SI TE COJO TE PEGO UNA PALIZA Q ME TRANSFORMO EN ESTEBANEITOR Y NO SE LO QUE TE HAGO PERRO DEL HORTELANO QUE LA HAS TENIDO AHI PARA TI SOLO QUE LOPS TE DIJO QUE LA CHICA ESTABA COLADITA POR TUS HUESOS Y TU PASANDO DE ELLA COMO DE LA MIERDA Q LA POBRE YA NO SABIA COMO LLAMAR TU ATENCION Q UN POCO MAS Y HACE EL PINO PUENTE O EL GESTO DE TIRAN MAS DOS TETAS QUE DOS CARRETAS Y TU NI PUÑETERO CASO Y AHORA QUE ESTAN MEDIO QUE SI MEDIO QUE NO QUE SON MUY AMIGOS O CUANTO MAS PRIMO MAS ME ARRIMO Q YO TAMBN ME ARRIMARIA A ESTE PRIMO XQ ÑAM ÑAM ÑAM VAS TU Y SI CULO VEO CULO QUIERO PUES NO EE NO ESTAS AHORA MISMO GILI... DE CHRISTIAN CRAWFORD Q PARA MI NO ERES MAS QUE UNA MIERDA REBOZADA EN EL SUELO MALA GENTE ENVIDIOSO SUBNORMAL PERDIDO YA TIES QUE HACER MUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUCHOS MERITOS PARA QUE ME CAIGAS BN XQ LO QUE ES AHORA MISMO MI OPINION HACIA TU PERSONA ES LA PEOR QUE PUEDE HABER EN EL MUNDO MUNDIAL EEE Q LO SEPAS
    MAS COSAS A CUADROS O CON LOS OJOS ASI O.O ME HE QUEDADO CON LA Hª DE HENRY Q NO ME ESPERABA YO QUE FUERA ASI NI QUE ESTUVIERA TAN MAL PSICOLOGICAMENTE QUE ME HAN DADO MAS GANAS DE COGERLO ABRAZARLO Y CON MUCHO GUSTO AAIS Q ME DERRITO CON SOLO PENSARLO Y TAPARLE LOS OIDOS ANTE SEMEJANTE PESTE QUE EL SR GILI.... HA SOLTADO POR SU BOCA SOLO X CELOS Q SON MAALOS NO LO SIGUIENTE ME ACABO DE PERDER EN MI DISERTACION Q NO VEAS POBRE HENRY MIO TU CHATO SI SARAH NO TE QUIERE AUNQ TENEIS Q HABLAR ESO SI TU SI ELLA TE DA CALABAZAS VIVO EN CC EN LA AV DE LA BONDAD 12 8ºD Q YO ENCANTADA DE LA VIDA TE ABRO LA PUERTA DE MI CASA XD EE Q TU POR ESO NO TE PREOCUPES QUE TIES MUCHAS DAMISELAS Q AHORA MISMO ESTARIAN ENCANTADAS DE LA VIDA DE CONSOLARTE AAAAIIIIISS
    Y BUENO QUIERO UN COMBATE DE ESTOS YA PERO YA Q ME VOY A REIR MUCHO VIENDOLOS A LOS DOS COMBATIR MIENTRAS QUE SARAH APRENDE Y HENRY LE ENSEÑA XD
    MAS COSAS AAAIIISS SUSPIRO DE ENAMORADA CUANDO LA LLAMA SARAH VIENDO QUE X FIN SE APRENDIO SU NOMBRE XQ SE HA ENAMORADO DE ELLA QUE PRECIOSIDAD AAAIIIISS Q ME HE EMOCIONADO Y TODO AAIISS Q BONITO VIVA EL AMOR Y EL POBRE MIO Q SOLO QUIERE SER NORMAL Y TENER UNA AMIGA PARA VARIAR GILIPUERTAS CRAWFORD Q EL POBRE X SU ATRAACTIVO LA GENTE SE LE ACERCAA SOLO X EL INTERES TE QUIERO ANDRES Y TU SE LO HAS QUITADO CAB.... HIJO DE MALA MADRE IMBECIL SUBNORMAL CRETINO
    Y SORPRESA AL ENTERARME Q ALBERT ES NOBLE ESO SI QUE NO ME LO ESPERABA PARA NADA HA SIDO UN ZAS EN TODA LA BOCA COMO DIRIA EL GRAN SHELDON COOPER XD
    HE DICHO

    ResponderEliminar