martes, 15 de enero de 2013

Prologo Amigas Duquesas I

Puede parecer atendiendo a mis entradas más recientes que este es un blog divulgativo e histórico acerca del período de la Regencia.
Bien, eso no es así.
Al menos no del todo.
Bien es cierto que soy historiadora y que me encanta este periodo histórico pero... como bien dice el título es un espacio donde comparto mi creatividad.
Y mi creatividad asociada y relacionándolo con esto se traducen en mis historias.
Historias de las cuales ya he concluido una y de las cuales ahora mismo me hallo inmersa en la redacción de otra.
Otra de la cual este es el prólogo.
Se titula De toda la vida. Espero que os guste y que me comentéis mucho:


    Inglaterra, 1805
                                                                                                 De una boda, sale otra.
Hace diez años...

                 Este año, el final de la temporada londinense no ha podido ser mejor: Ha concluido con una con una boda.
Pero no ha sido una boda cualquiera, ha sido LA BODA, con mayúsculas y todo. ¿Quiénes son los contrayentes?
Ni más ni menos que Jeremy Gold, el primogénito de los duques de Dunfield (e íntimo amigo del príncipe Jorge) y Rebecca Fitzgerald, que aunque simple hija de un baronet(1), había llegado a convertirse en la "incomparable" de su temporada.

                 Por si esos antecedentes fueran pocos, si le sumabas datos y hechos como que era una boda por amor que ponía punto y final a un romance intenso pero fugaz, eso daba como resultado que éste sería un matrimonio feliz y duradero. Además, ambos eran muy jóvenes - 23 y 18 años - por lo que la descendencia prolífica estaba más que asegurada (al menos, a priori).

                 De hecho, por la intensidad del romance, pocos creyeron que el final de la pareja concluyese en una ceremonia de tal boato como la que se estaba celebrando ahora mismo; todo lo contrario, muchos (incluida la madre del novio, Justine Gold, lady Dunfield) llegaron a temer una fuga de la pareja a Escocia. Incluso, llegaron a hacerse apuestas acerca del asunto (tal era la notoriedad de ambos contrayentes).
Por eso, cuando la ceremonia oficiada por el arzobispo de Canterbury en la catedral de Saint Paul concluyó, la orgullosa madre suspiraba y no dejaba de repetir una y otra vez a cualquiera que quisiese oírla con gesto solemne, erguida y con el pecho hinchado de orgullo materno (y no sin cierto rin tin tín):
- Al menos, han esperado y no se han fugado a Gretna Green(2) -.

              Sin embargo, me estoy desviando del tema; ya que esta boda no es más que el telón de fondo donde dará comienzo la historia que realmente nos interesa: Dicha historia tiene como protagonistas a cuatro de las invitadas a la ceremonia, sin un papel de importancia y relevancia en la misma, pero que en conjunto (y de forma individual) sí que adquieren relevancia. Esas cuatro jóvenes son ni más ni menos que cuatro herederas de las principales familias de la aristocracia inglesa, ¿sus nombres? Verónica Rossi, Rosamund Harper, Penélope Storm y Katherine Gold.

El único problema para ellas es que aún tenían dieciséis años y eso, a ojos de la sociedad, las volvía invisibles (al menos, hasta el año próximo, ya que cuando cumpliesen diecisiete años, serían introducidas en la sociedad y entrarían a formar parte de esa masa ingente de debutantes que aumentaba año tras año en busca de un marido que fuese un buen partido y además, noble ). Y es por esa invisibilidad de la que aún disfrutaban por la que nadie advirtió el momento exacto en que abandonaron el banquete nupcial para irse a celebrar su propio festejo de tan feliz acontecimiento.

¿El lugar acordado para tal celebración?
 El saloncito verde del té de lady Dunfield porque era el que estaba situado más lejos del salón principal.
¿La hora?
Como no podía ser de otro modo siendo un salón del té, las cuatro de la tarde.

A la hora convenida, tres de las cuatro amigas (Verónica, Rosamund y Penélope) ya estaban allí; al contrario que Katherine. Sin embargo, no estaban preocupadas por ella, al contrario, estaban más que acostumbradas a su tardanza; pues desde sus años de convivencia en la escuela para señoritas de Miss Carpet (de lo que hacía ya seis años), Katherine siempre llegaba tarde.

Media hora más tarde, sin embargo, las dudas comenzaron a hacer acto de presencia.
-¿Estáis completamente seguras de que éste era el lugar de la reunión? - preguntó Verónica mientras daba pequeños sorbos a su té (ya frío).
- ¡Por supuesto que lo estoy! Yo mismo se lo sugerí - dijo una enfadada Rosamund (que no había dejado de ir de un lado para el otro desde que llegó).
- Tranquilizaos las dos - dijo Penélope (levantando por primera vez la vista del libro desde que llegaron) Sí, es aquí donde habíamos quedado en reunirnos, Ronnie (el apelativo cariñoso de Verónica). Así que haznos un favor y deja a un lado tu faceta de madre protectora, derivado sin duda a que eres la mayor de las cuatro, aunque solo tres semanas más que yo, que soy la más joven. Y en cuanto a ti, Rosie (el apelativo para Rosamund) ¡siéntate de una buena vez y deja de creerte una más de las espías del Imperio Británico porque no lo eres! Todas conocemos de sobra a Katie y estoy segura que de un momento a otro aparecerá - dijo, volviendo a fijarse en el libro.

Coincidencia, casualidad,(ambas o ninguna) justo después de que Penélope pronunciase esas palabras, una tambaleante y ligeramente achispada Katherine hacía acto de presencia en el saloncito del té con una botella de champán en una mano y cuatro copas en la otra, para tranquilidad (inicial) de ambas.
- ¡Por fin! ¡Ya era hora! - exhaló Rosamund a modo de reproche.
- ¡Oh Dios mío, Kate! ¿Has bebido? - preguntó Verónica nerviosa mientras se acercaba a ella y le quitaba la botella y las copas de las manos.
"¿Has bebido?¿has bebido?" Las últimas palabras de Verónica se escuchaban muy lejanas en la cabeza de Katherine, que, como no estaba muy segura de lo que debía hacer o responder, comenzó a tambalearse y esbozó una sonrisa.
- En mi opinión, sí que está un poco bebida. Al menos, esa es la impresión que da desde aquí. De todas formas, todas sabemos que Katherine nunca ha tolerado bien la bebida. Sugiero que le sentemos y le demos café - dijo Penélope sin levantar la vista del libro.
Justo cuando Verónica y Rosamund se disponían a cogerla, Katherine se tambaleó, dio dos pasos delante y uno detrás y las detuvo con un gesto de la mano.
- ¡Shhh! No, no, no...yo...yo... ezzstoy perr-perrfecc, perrfeccta-mente-
- ¡Si hombre! ¡Pero si ni siquiera te tienes en pie! y ¡apenas vocalizas! Anda, toma, bebe - dijo Ronnie obligándola a tomar un café negro sujetándole las mejillas con fuerza.

Media hora después, el café había hecho su efecto y Katherine se encontraba mucho mejor (ya no arrastraba las palabras y su cara había recuperado el color perdido).
-¿Y bien? ¿Cuándo empezamos la fiesta aquí? - preguntó.
- ¿La fiesta? ¿A ti e parece normal lo que estás diciendo? Te recuerdo que hace media hora andabas bebida, bonita - le reprochó Verónica.
-¿Y entonces para que me he molestado en robar la botella de champán y las copas?- preguntó Katie con voz lastimera.
-¿Robado? - preguntó Rosamund satisfecha - ¡Vaya vaya vaya, señorita futura incomparable! Es usted toda un rebelde - dijo descorchando la botella de champán y sirviendo el líquido en las copas.
- Pero ¿pensáis beber?¿En serio? - preguntó una Verónica incrédula - ¡Aún no hemos sido presentadas en sociedad! -dijo haciendo especial énfasis.
- En parte tienes razón Ronnie. Aunque también creo que deberíamos probarlo. Al menos yo quiero saber a qué sabe – dijo Penélope. -  Puro conocimiento científico – aclaró a Verónica ante su mirada inquisitorial abandonando por primera vez al libro e uniéndose al círculo.
- Di que sí, Lops (el apelativo de Penélope) ¡Ese es el espíritu! - la animó Katherine - A ver, brindo por Jeremy y Rebecca, mi familia y, los futuros duques de Dunfield - dijo alzando su copa.

En teoría, cuando alguien propone un brindis y alza su copa, espera que el resto de personas haga lo mismo. Sin embargo, esto no fue lo que sucedió en esta ocasión. De las cuatro, solo brindaron dos de las cuatro amigas por la felicidad del matrimonio y esas fueron Katherine, por supuesto y Rosamund. No así Verónica y Penélope.
Obviamente, Katie se dio cuenta y cuando las burbujas del exquisito caldo aún revoloteaban por su garganta, se levantó de manera brusca (tan bruscamente que casi se cae porque se mareó) y se acercó a sus otras dos amigas, para reprochárselo.
- ¿Se puede saber por qué ninguna de las dos ha brindado? ¿Es que no queréis la felicidad de mi hermano? -preguntó enfadada, poniendo los brazos en jarra.
- No es eso, Katie. Es solo que... - empezó Penélope.
- La odio - musitó Verónica, convirtiéndose de repente en el centro de interés. - ¡Hala! Ya está, ya lo he dicho - .
- ¡Vaya vaya vaya! La cosa se está poniendo cada vez más interesante... - dijo Rosamund asombrada y sonriend.
- ¡Oh! ¡Es cierto! ¿cómo he podido ser tan estúpida? Está claro por qué no has brindado Ronnie, como estás enamorada de Jeremy...- dejó caer Katherine.
- ¡¿Qué?! – preguntó Verónica con un grito que hizo retumbar las paredes. - ¡En mi vida he oído una cosa más estúpida! – exclamó, enfadada. - Yo no...pero ¡si es un viejo! - intentó defenderse.

Pero todas sabían que era una quimera y que estaba intentando defender lo indefendible. Verónica estaba enamorada de Jeremy desde la primera vez que lo vio cuando acompañó a su hermana pequeña Katherine a la escuela interna para señoritas de Miss Carpet aunque nunca se hubiesen parado a tratarlo con profundidad.
Y eso era algo que sabían las cuatro amigas, los padres de todas, el resto de familias, el propio novio y por supuesto, la celosa novia.

- Es una verdad inmemorial que los niños y los borrachos dicen siempre la verdad – dijo Penélope con voz solemne.  - Y como Katie ha estado bebida hasta hace bien poco, algo de verdad llevarán sus palabras... - insinuó.
- ¡Jeremy no es un viejo! – preotesto Katherine de inmediato. - ¡Si solo tiene siete años más que nosotras (aunque en sus manos puso seis)! – exclamó. ¡Está en la flor de la vida! - lo defendió su hermana.
- ¿Y tú, Lops? ¿Por qué no has brindado?- le preguntó Rosamund -  ¿o es que acaso también estás enamorada de Jeremy Gold?- quiso saber, curiosa.
- No no no ¡ni mucho menos! – negó vehemente la aludida. -  Es solo que… – titubeó. .- No te ofendas Katherine, pero creo que el matrimonio entre Jeremy y Rebecca es un error – explicó. - Pero un error muy grande – repitió mirándola fijamente. -  Todo ha ido demasiado rápido y ellos dos son demasiado... demasiado...explosivos – concluyó.

Silencio sepulcral y caras de desconcierto total fue lo que se encontró Penélope al mirar a sus amigas.
- ¡Oh, está bien! – exclamó con gestos de las manos. - Lo explicaré a vuestro modo  -añadió con tono de voz más calmado. - Según mi parecer, Jeremy y Rebecca son demasiado apasionados en todo lo que hacen, como...volcanes –concluyó la frase tras mucho pensar y buscar con el adjetivo más indicado para ella. - ¡Eso! - exclamó chasqueando los dedos - Como volcanes, siempre a punto de estallar – recalcó. -  No digo que no se quieran, pero es más atracción animal que amor y, con estos antecedentes, sólo pueden ocurrir dos cosas: la primera, que es lo que yo creo que ocurrirá casi con total seguridad es que, tan pronto como se agote esta pasión que los domina, su relación se enfriará y lo que antes era un amor idílico, acabará por ser una pesadilla- concluyó y dejó un instante para tomar aire. - No olvidéis - dijo señalándolas con el dedo que del amor al odio sólo hay un paso -  Uno muy pequeñito además – recalcó. - En cuanto a la segunda opción - dijo poniéndose de pie y empezando a caminar de un lado para otro del saloncito, siempre con su copa de champán en la mano - si estoy equivocada y os aseguro que no lo estoy  - explicó haciendo especial énfasis en esto último) dicho matrimonio durará para toda la vida, serán felices y bla, bla, bla... – concluyó abriendo y cerrando las manos imitando la forma de hablar de las personas.
 - Personalmente - dijo poniéndose la mano sobre el pecho - pienso que alguien como tú, Verónica hubiese sido mucho más adecuada para él – estableció. -  Y no lo digo porque seas mi amiga – enfatizó. - Lo digo porque aparte de que eres la única de las cuatro con la que se digna a hablar y mantener una relación cordial, con tu dulzura le calmas, le das serenidad en sus momentos de rabia y eso es lo que él necesita exactamente en una esposa. He dicho - concluyó su monólogo dando un trago enorme a su copa de champán pues tenía la garganta seca, vaciándola.

Las tres amigas se quedaron boquiabiertas ante la elocuencia de las palabras de Lops, y un poco más tarde, solo Rosamund se atrevió a romper el silencio que se creó:

- La verdad Katherine es que yo he brindado por compromiso – explicó. - Realmente, Rebecca me cae fatal. No la soporto – dijo con odio.
-¿ Tu también? - preguntó Verónica sorprendida. - La odio – repitió esta vez con mucha más confianza al descubrir que contaba con el favor de sus amigas. - Se cree alguien importante solo porque ha sido elegida la incomparable – cuchicheó y murmuró entre dientes. - No es por criticar por Dios – aseguró. - Pero...¡su padre es un simple baronet! – exclamó con aspavientos. - Mi padre es conde y no voy por ahí discriminando ni metiéndome con nadie por eso – explicó.
- Y encima ahora duquesa – dijo Penélope entre dientes temerosa. - Bueno, futura duquesa – se corrigió. -No quiero ni imaginarme su actitud y comportamiento cuando llegue a serlo – imaginó, y sin querer le salió un deje amenazante en la voz. - Recordad al convertirse en duquesa, solo reyes y príncipes estarán por encima de ella en la pirámide social – explicó con tono académico, contribuyendo a aumentar el odio y el pánico entre sus amigas.

Esta información provocó un alboroto en las cuatro y, durante un buen rato se dedicaron a criticarla. Más bien, la despedazaron por completo.
No dejaron nada en el tintero relacionado con ella.
 Hasta que...

- Chicas, tengo una idea - anunció Rosamund.

Y ahí llegó. El momento que odas estaban esperando desde que comenzaron a criticar a Rebecca Fitzgerald.
Era el turno de LA FRASE.

Esa misma frase que desde los últimos seis años había sido la causa última de que fueran protagonistas de múltiples aventuras y, de que hubieran estado a punto de expulsarlas de la escuela en varias ocasiones. Sin embargo, era tal el poder y autoridad que Rosamund Harper irradiaba que, por muy peligrosa o disparatada que fuese la idea, siempre terminaban llevándola a cabo.

- Dispara Rosie - dijo Verónica expresando el pensamiento común de las tres amigas. "Cuanto antes suelte la locura en la que piense embarcarnos esta vez, mejor" pensaba realmente.
- Bien -dijo Rosamund sonriendo y poniéndose en pie. – A todas nos cae mal Rebecca, eso está claro – explicó, reseñando lo obvio. -  Viendo tu situación Ronnie  se me ha ocurrido una idea fantástica – explicó. - ¿Y si todas nos casáramos con un duque? Les preguntó, causando extrañeza entre ellas ante la inesperada, absurda e imposible pregunta. - No, escuchad - dijo mandando silencio antes de que empezasen las protestas - Yo ya soy marquesa - explicó lady Harper autoseñalándose. - Y aún así me ignora – añadió con rencor. – Además,  existen muchos casos entre la aristocracia que pequeñas nobles venidas a más por matrimonio, tratan mal, desprecian o incluso ignoran al resto de la nobleza – explicó. - Ese va a ser el caso de Rebecca – añadió. - Sobre todo con nosotras – concluyó, haciéndoles patentes su negro futuro. - A menos que... – dejó caer, atrayendo su atención. - A menos que nos casemos también con un duque - explicó. - Porque si lo hacemos y, en consecuencia nos convirtiéramos en duquesas, no solo no tendría que dejar de ignorarnos sino que, por normas de etiqueta, tendríamos que moveros en los mismos círculos e incluso ¡tendría que fingir amistad para con nosotras! –exclamó, feliz. - ¡Y nosotras podríamos ignorarla e incluso ser despectivas con ella y tratarla con desprecio por su mal trato actual! – añadió en el mismo tono de voz y felicidad. - ¡Sería la venganza perfecta! – gritó, aplaudiendo con entusiasmo.
- ¿No estamos siendo muy (haciendo gestos de de que pequeño con la mano) exquisitas? –preguntó Penélope. - ¿Solo duques? – recalcó, excéptica. - Personalmente, me conformo con cualquier noble inteligente que me pida matrimonio – explicó, con la mano sobre el pecho. - Lo que haga o deje de hacer Rebecca Fitzgerald no me importa en absoluto – añadió - Al fin y al cabo, yo solo estoy aquí por puro convencionalismo social – concluyó, explicando su situación.
- Pues a mí me parece una idea excelente, Rosie – dijo Verónica, ignorando la negatividad de Penélope. -  La mejor de las que has tenido hasta ahora – incidió. - ¡Mejor incluso que la de las magdalenas! – exclamó. - Yo ya he perdido a mi hombre, así que no tengo más que perder... -concluyó en tono ligero para que sus amigas no se dieran cuanta del sufrimiento real que encerraban sus palabras.
- Mi voto también es un sí – dijo Katherine enfatizando con un brusco asentimiento. - Al fin y al cabo, la próxima temporada voy a ser nombrada la incomparable – añadió. -Y una incomparable no puede conformarse con nada menos que un duque – concluyó, orgullosa, cruzándose de brazos.

Sólo faltaba Penélope por convencer.

 Un hueso duro de roer en esta ocasión, ya que se menospreciaba bastante a sí misma por su físico. Además, por si esto no fuera suficiente, su madre no contribuía mucho a cambiar el autoconcepto de sí misma que tenía su hija...
- Antes de que empecéis con vuestra cháchara y retahíla de argumentos para que intente cambiar de parecer os pide que os miréis bien- dijo al notar todas miradas en ellas levantando el dedo índice. - ¿ Lo habéis hecho? – les preguntó. – Bien- asintió. - Ahora miradme a mí y comparad – añadió. - Nada que ver ¿verdad? –volvió a preguntar. - Soy más baja, más plana, más gorda y para colmo de males, la piel de mi cara tiene unos granitos odiosos en ciertas zonas – explicó, recalcando todos y cada uno de sus defectos corporales - Mientras que vosotras carecéis de ellos – concluyó la comparación. - Eso, por no hablar de mi extraordinaria timidez para hablar con cualquier persona desconocida... – dejó caer Penélope.
- Basta Penélope - ordenó Rosamund utilizando su tono de voz militar, influencia de su padre. - Tú no eres la única que está segura de algo en esta sala porque yo también lo estoy – aseguró. - Tú señorita – dijo, señalándola. -Eres una flor tan bonita o más que el resto – explicó. - Sin embargo, eres tan especial e única, que tardarás más en madurar y mostrar todos tus encantos – explicó. - Pero en el momento en que lo has, nos dejarás a todos con la boca abierta con tu belleza – concluyó, absolutamente convencida de todas y cada una de las palabras que había pronunciado. -¡Vamos! –exclamó. - ¡No puedes echarte atrás! – le pidió, agarrándola por las manos. - ¡No ahora! Añadió, cambiando el registro al de la orden nuevamente. - Después de todos los "incidentes" de los que hemos sido protagonistas donde Miss Carpet... –se quejó. -Tú eres el cerebro –le aseguró. - Sin ti el plan no funcionaría – recalcó. - Además - dijo volviendo a mostrar el tono severo - si por ti misma no eres capaz de encontrar un duque por esposo, yo misma me aseguraré de buscarte uno, una vez que yo me haya casado. -  Te lo juro por mi madre – añadió. - Y sabes que jamás he roto un juramento... – dejó caer.

Penélope suspiró.
Quería a Rosamund por cómo se comportaba con ella, con esa mezcla de de amor, ternura y severidad.
 También quería a sus amigas.
 Pero ellas no lo entendían.
Ellas no.

Katherine parecía un ángel en la tierra, con esa piel tan blanca, un cabella tan rubio que casi parecía blanco y unos ojos azules y grandes que le daban mucha expresividad a su rostro; Verónica era todo lo contrario, ya que había heredado la totalidad de los rasgos físicos de su madre italiana y por eso su piel era más morena que blanca, su cabello era negro y ondulado que a veces daba la impresión de tener reflejos azulados y unos ojos marrones verdosos enmarcados por unas pestañas larguísimas que hacían que, unos ojos que a priori parecían "simples" se transformaran en la mirada más hermosa que  te hubieras encontrado en la vida y, Rosamund; Rosie era otra cuestión: eran el cuerpo y la personalidad perfectas combinadas entre sí; es decir, puro fuego. Pues su melena era pelirroja hasta los codos acompañada de unos ojos verdes cristalinos. En otras palabras, era imposible que pasara desapercibida en una habitación, por una u otra razón.

¿Y ella? ¿Qué tenía ella?
Aparte de una facilidad innata para los idiomas, una gran inteligencia y una avidez poco frecuente por la lectura, absolutamente nada destacable físicamente: como Katherine, su pelo también era rubio, aunque no tan rubio. Era...melífero, sí, como la miel que no es amarilla pero tampoco marrón; situada a medio camino entre ambas y sus ojos eran comunes, tan comunes como que eran marrones. Lo único de lo que se sentía orgullosa era de la longitud de su pelo (que le llegaba hasta finalizar la espalda) aunque, era como era más bajita que sus amigas, eso, tampoco podía considerarse un logro.

- ¿Penélope? - le preguntó Verónica vacilante, sacándola de su ensimismamiento.
"¿Pasaría algo si mintiera?" se preguntó Penélope. "Donde Miss Carpet nos enseñaron que  si la mentira es piadosa y evita el sufrimiento del resto, eso no te condenaría al infierno" añadió, dubitativa.
Penélope volvió a suspirar y dijo, haciéndose de rogar:

- Está bien, lo haré - "No pienso hacerlo” aseguró firmemente. “ ¿Un duque?” se preguntó. “¿Qué duque en su sano juicio iba a fijarse en mí?” volvió a preguntarse.  “Me casaré con el primer hombre con el que tenga buen entendimiento, me quiera y se preocupe por mí, tanto si es duque, sacerdote o porquerizo" pensó en realidad.

- Ahora vayamos a lo importante ¿cómo lo vamos a hacer? ¿Rosamund? - preguntó Katherine.
- Lo tengo todo pensado, Katie –aseguró, orgullosa de su mente - Veréis, el año que viene nos presentarán en sociedad con 17 años y, a no ser que seamos elegida la Incomparable – dijo mirando directamente a Katherine. - Lo cual es muy difícil porque sólo puede ser una, va a resultar muy complicado encontrar marido entre los duques disponibles – explicó. - Eso, por no decir lo que los nobles piensan de las debutantes a las que creen estúpidas, sosas, remilgadas y excesivamente preocupadas por su aspecto dijo, enumerando los defectos y características más comunes entre las jóvenes de su edad. - Así que, según mis cálculos... – inició, echando cuentas. - Tardaremos al menos dos años en que empiecen a considerarnos seriamente como una buena esposa - explicó Rosamund.
- O sea, que nuestra "caza" real de marido empezaría a los diecinueve pero ¿cuándo terminaría? - preguntó Verónica.
- Para ser justas y, por lo que pudiera pasar...- volvió a decir dubitativa mientras nuevamente contaba sin la ayuda de los dedos. - Creo que quince años sería el tiempo que más se ajustaría a nuestro plan - concluyó Rosamund.
- ¿Quince años? – gritó Katherine. - ¿Quince años? - preguntó una incrédula y enfadada Katherine elevando aún más la voz. - ¡Eso es inconcebible para una futura incomparable! – exclamó a voces - Dentro de quince años ¡seremos viejas! – añadió. – Tendremos – inició.... - Tendremos...- dijo intentando echar cuentas y poniendo cara de confusión cara de confusión mientras intentaba realizar la cuenta.
- Tendremos treinta y uno, Katherine – respondió Penélope. - En 1820 tendremos 31 años - repitió.
- ¡Katie! Es solo una fecha aproximada. ¡No te pongas así! - dijo Rosamund para intentar consolarla.
- Pues no pienso tener más de treinta años y estar soltera –dijo Katherine cruzándose de brazos. -  No pienso - repitió sentándose enfurruñada con los brazos cruzados.
- ¿Queréis dejar de comportaros como niñas? –les preguntó Verónica, ahora enfadada. - Son por cosas como esta por las que los nobles no nos toman en serio (y sin quererlo, volvió a pensar en Jeremy) – explicó. - A partir de ahora mismo vamos a madurar y comportarnos como personas adultas - ordenó echando una nueva regañina a sus amigas.
- Si yo maduro más, me convertiré en una anciana - dijo Penélope para romper el ambiente tenso que se había instalado en la habitación.
Y dicho comentario tuvo el efecto deseado, ya que provocó la risa entre sus amigas.
- Venga, vamos a brindar - dijo una repentinamente animada Katherine, pasando a sus amigas las copas llenas de nuevo con champán.
- ¿Beber otra vez? - se alarmó Verónica. - No creo que sea lo más conveniente dados los antecedentes – explicó, con algo de miedo.
- ¡Pero esta vez es diferente! - se defendió Katherine.
- ¿Por qué brindamos ahora? - preguntó Penélope, cansada de las discusiones.
- Por nosotras - dijo Katherine.
- No. Brindamos por nosotras y por la consecución de nuestro objetivo - apostilló Rosamund.
- ¡Ah bueno! Por eso sí que brindo - dijo Verónica mucho más relajada, expresando la opinión del resto de sus amigas.

Una a una fueron alzando las copas, las chocaron y esta vez (tal y como dijo Verónica) sí que brindaron las cuatro. Y lo hicieron justo por el motivo que Rosamund había expresado.
Sin embargo, ese brindis incorporaba otros matices ocultos: resignación, ilusión, perseverancia y esperanza.

Uno por cada uno de ellas.
Pero ¿a quién corresponde cada uno de esos matices?
Es aquí donde realmente comienza la historia de cómo cada una de esas cuatro muchachas hizo realidad su matiz oculto y encontró a su duque...

7 comentarios:

  1. (1) BARONET: Es un diminutivo de barón. Su dignidad se encuentra entre el Barón y el Caballero. La dignidad de baronet es única en dos sentidos:
    - Es un honor hereditario, pero no comporta nobleza ni tiene categoría de par, por lo que nunca se ha permitido a su poseedor participar en la Cmámara de los Lores.
    - Un baronet usa el título de Sir pero la Dignidad no está considerada una orden de caballería. Figura por encima de todos los Caballeros excepto de los de la Jarretera y de los del Cardo.
    (2) GRETNA GREEN: Localidad del sur de Escocia famosa por sus matrimonios fugitivos. Dicha popularidad comenzó en 1753, cuando se publicó en Inglaterra la Ley de Matrimonio de Lord Hardwicke, que planteaba que si las dos partes del matrimonio no tenían 21 años, debían recibir el consentimiento paterno. Dicha ley no se aplicaba en Escocia, donde los niños podían contraer matrimonio con 14 ños y las niñas con 12. Por eso, muchos novios que no querían esperar o no iban a conseguir el consentimiento paterno escapaban a Escocia, siendo Gretna Green el primer lugar que encontraban.
    (3) INCOMPARABLE: Título no oficial otorgado al mejor partido de entre todas las debutantes esa temporada y que servía a su vez de modelo para modales y estilismos.

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  2. bueno bueno bueno ya era hora de que publicaras algo de carnaza, eso por un lado!! y siempre me dejas a mediaas malota q eres malefica quiero maas!! ya me dejaste con la intriga!!! y a ver comentariaazo por partes:
    -uno: me ha encantado como han destripado a rebecca la han puesto a caer de un burro madre mia no quisiera tenerlas a las 4 por enemigas no señor
    -dos: penelope cada dia me gusta mas y debo decirte lady farms-head, que me parezco en muchas cosas a penelope mas de las que pensaba
    -tres: quiero ir a un bodorrio como el de jeremy y criticar como aqui las 4 mozas
    -cuatro: de todo lo que he leido me ha encantaado el final joe se me han saltado las lagrimas me ha llegado q bn y precisisisisisisisisisisisisisisisisisimo te ha quedado eso de despues del brindis me ha llegado
    -cinco: escribe mas hombre no me dejes asi joooo malota
    he dicho

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  3. Eso os lo puedo poner porque no hay spoilers... jijiji
    Me alegro de que te guste, porque la intención es plasmar mis sueños de forma amena y divertida para que gusten (a los pocos que lo leen, eso sí).
    Yo también quiero ir a una de esas bodas jaja y si te cae mal Rebecca, espérate a si descubres los traumas de Jeremy por su culpa...entonces es cuando.
    Y no se... no escribo acerca de Penélope pensando en nadie en concreto pero si tú ves que te pareces a ella cada vez más, mejor.
    Y ¡yo también quiero escribir más! pero estoy estancada... =(
    (aunque he leído por ahí que es normal quedarse encallada así que voy por el buen camino)

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  4. uis pues a ver si las musas (musas os llamo invoco o lo q querais pero inspirad a esta muchacha q tiene q seguir escribiendo maaaaaas) jiji y a ver si pones algo del panettone eee q tengo q leer eso xD y quiero leer q le hace la guarra de rebecca a mi pobre jeremy y si he dicho mi pobre jeremy aunq sepais q mi willy es mi willy eso siempre jijij

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  5. Yo tengo sólo que añadir que tenía otra opinión de Rebeca, como chica buena que quiere a su marido y la pobre se muere y de Jeremy, como alguien muy calmado y sin apenas caracter... lo cual ha sido una grata sorpresa, comprobar que es todo lo contrario... :)

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  6. uy ¡que va que va! ya leereis...
    Poor poor Jeremy!

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  7. pues eso ponte a escribir ahora q las musas te rondan

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