domingo, 25 de noviembre de 2012

Penélope y Grey Parte I


Hay una conversación y una confesión justo antes de esto, pero como hoy me siento generosa, os voy a poner parte de cómo se conocen Penélope y Grey.
-          Gracias respondió él. – Y tutéame Penélope porque yo no he dejado de hacer un instante – añadió.
“¡Maldición!” protestó Penélope. “Tenía la esperanza de que se hubiera olvidado de ese pequeño detalle” añadió, quejándose de su mala suerte. “A ver Penélope, eres inteligente… así que piensa ¿cómo se llama el duque de Greyford?” se preguntó mientras intentaba recordar.
-          Eh… prefiero que no milord – respondió para ganar tiempo de pensamientos.- Ya que soy bastante despistada y si os tomo familiaridad en privado al final acabaría por trataros con la misma confianza y familiaridad en público – confesó, siendo consciente de la enorme estupidez que acababa de inventarse por respuesta mientras se estrujaba la cabeza para intentar recordar el nombre de lord Greyford.
“Vamos….” Se animó. “¡Si seguro que lo has escuchado millones de veces en todas partes!” exclamó. “Recuérdalo” le ordenó a su cerebro.
“No lo sabe” pensó Greyford sonriendo. “Continuemos con la burla un rato” añadió.
-          ¿Te gusta mi nombre, Penélope? – le preguntó, serio.
-          Claro – afirmó rotunda de inmediato. – Es un nombre muy… bonito, corto, muy masculino – añadió, diciendo esto último con mucho énfasis. – Y un homenaje precioso a alguien muy famoso -.
-          Exactamente como el 80% de los nombres masculinos existentes – rebatió él. -¿Cómo me llamo? – volvió a preguntar mientras se acercaba más a ella.
-          - Eh…eh…eh…eh… - titubeó mientras miraba hacia todos lados y movía las manos de forma compulsiva; síntomas claros de su nerviosismo.
-          ¿No lo sabes? – le preguntó, entrecerrando los ojos.
-          ¡Claro que lo sé! – exclamó ella indignada. - ¿Cómo podéis siquiera dudarlo? – le preguntó.
“¿Eres idiota?” le preguntó su voz interior. “Pero ¿tú para qué le mientes?” añadió. “¡Si no sabes el nombre!” exclamó.
-          Pues dímelo, por favor – le pidió él amablemente.
-          ¿Vuestro nombre? – preguntó ella tragando saliva. Grey asintió.  – Pues vuestro nombre es…es…es… - añadió comenzando a titubear y a actuar como hacía escasos antes.
Tras un rato de titubeos y tartamudeos, Al final Penélope acabó por rendirse ante la evidencia y confesar la verdad, con bastante temor al más que probable enfado y ataque violento de lord Greyford.
-          Debería hacerlo milord, pero… no lo recuerdo – dijo con un hilillo de voz y bajando la mirada.
Lord Greyford se echó a reír ante la incredulidad de Penélope.
-          ¡Lo sabía! – exclamó y Penélope se confundió aún más en la situación que estaba viviendo. - ¡Lo sabía! – repitió él con expresión de triunfo. – Quizás no te has dado cuenta pero tienes un rostro muy expresivo – le dijo.
“¿Yo?”  se preguntó Penélope totalmente sorprendida por esta información, contraria a lo que ella creía.
-          ¿Gracias? – le preguntó ella dubitativa.
-          De nada – le respondió él sonriente. – Me llamo Mattheus – se presentó.- Mattheus Richard Kendrick Appleton – añadió.
-          Encantada de conocerte, Mattheus – respondió ella. – Penélope Ann Storm – añadió ella sonriente estrechándole la mano anteriormente ofrecida por él.
-          Aunque puedes llamarme Grey – apostilló.
La sonrisa de Penélope se borró de un plumazo, sus ojos duplicaron su tamaño de tanto como los abrió y su rostro adquirió un tono blanquecino.
“¿Grey?” se preguntó. “¿Ha dicho Grey?” volvió a preguntarse. “No es posible” pensó con horror. “De ninguna manera” añadió, negando vehemente. “Grey es nuestro mote secreto de chicas hacia él, ¡no puede saberlo!” exclamó enfadada.
Intentó parecer tranquila cuando volvió a hablar peros sus nervios eran unos cobardes y la traicionaron, provocando que volviera a tartamudear de manera notoria:
-          G..Gg..Grr…Grey?  - preguntó fingiendo cara de sorpresa mayúscula intentando disimular algo la situación y su metedura de pata bucal.
-          Si Grey – repitió. – No finjas cara de sorpresa porque ambos sabemos que tú y tus “amiguitas” – dijo esto con especial rin tin tín – me llamáis así cuando estáis las cuatro juntas – le advirtió, señalándola con el dedo índice.
“¿Qué?” gritó mentalmente. “Pero ¿cómo?” se preguntó para sí, confusa. “¿Nos espía?” volvió a preguntarse mientras se quitaba el flequillo de la frente para ver si con ese gesto conseguía “ver” la realidad con más claridad.
Pero no vio nada más claro
En absoluto.
Al contrario.
Su confusión aumentaba más y más a medida que los segundos pasaban.
Al final acabó tan confusa que volvió a rendirse por segunda vez en la mañana y resoplando, le preguntó:
-          ¿Cómo lo sabes? –
-          ¿Bromeas? – le preguntó él. ¿Grey? – recalcó, con las cejas levantadas mostrando lo evidente que resultaba. - ¡Si erais bastante obvias y para nada discretas cada vez que hablabais de mí! – las acusó. -¡Grey! – exclamó agarrando su chaqueta y sus pantalones grises para dejarlo aún más claro. – Y déjame decirte que estoy muy disgustado conmigo  señorita – añadió, caminando de un lado para otro sin dejar de mirarla fijamente ni un instante.
-          ¿Conmigo? –preguntó ella parpadeando muy seguido, con los ojos muy abiertos y la mano sobre el pecho. - ¿Y yo qué te he hecho? – quiso saber.
-          Contigo – repitió él muy serio. – Esperaba un apodo o mote de mofa mucho más elaborado por tu parte – volvió a decirle. - ¿Grey? – preguntó escéptico. - ¿En serio? – recalcó, decepcionado. -¿Por el color de mis trajes? – le preguntó una tercera vez con gesto de desprecio. - ¡Pfff…! ¡Por favor! – exclamó, quejándose.
-          ¡Pero si yo no te puse el mote! – se defendió ella, indignada por llevarse la culpa siendo inocente.
Pero Greyford no la escuchó y siguió con su retahíla de pensamientos encadenados.
-          Es como si yo a partir de ahora me dirigiese a tu amiga, la señorita Katherine Gold, como la “chica dorada” por su apellido – explicó. - ¿No te parecería muy obvio? – le preguntó.
-          ¡Fue ella quien te puso el mote! –acabó confesando, arrepintiéndose de inmediato de lo que acababa de decir. – Entre ella y Rosamund – añadió, tapándose la mano con ambas manos para evitar revelar más información de la cuenta ahora que la Caja de Pandora se había abierto.
“¿Rosamund?” se preguntó Lord Greydor absolutamente perplejo por la revelación. “¡Vaya!” exclamó. “Así que piensa en mí…” añadió, satisfecho.
Lord Greyford no acertaba a conocer el por qué (dado que no se conocían personalmente), pero esa mujer le caía especialmente bien.  Quizás porque era muy diferente al resto de mujeres de la nobleza y eso la hacía especialmente refrescante dentro de la monotonía aristocrática existente o quizás porque era la mujer menos mujer en su manera de actuar de cuantas había visto y conocido en su vida… ¿quién sabía? Pero le caía simpática.
-          Por favor, no les digas que yo te lo dije – le suplicó con las manos juntas. - ¡por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! – pidió.
-          Tranquila Penélope –la calmó. -  Tú secreto está salvo conmigo – le aseguró.
-          Muchas gracias mil… - inició mucho más aliviada y con todo su color en el rostro. - ¿Cómo debo llamaros entonces? – preguntó desconcertada enarcando una ceja. - ¿Mattheus? ¿Robert? ¿Kendrick? ¿Ken? ¿Appleton? ¿Apple? ¿Manzano? – enumeró.
-          Llámame Grey – le respondió él.
-          Grey – repitió ella asintiendo y dando el visto bueno.“¿Tanta bronca para acabar llamándote igual que cuando estoy con mis amigas?” preguntó una Penélope a pequeña escala a voces, enfurruñada y con los brazos en jarra en su cabeza.

5 comentarios:

  1. ¿Mattheus? ¿Robert? ¿Kendrick? ¿Ken? ¿Appleton? ¿Apple? ¿Manzano? lo llega a llamar manzano o ken y me meo te lo juro jajajajajajajajaj me meo jajajajaj ais esta penelope es un casito un casito q bueno el extracto me meo jajaja

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  2. podeis llamarlos como os plazca en vuestra mente... yo seguiré llamándolo Grey...

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