miércoles, 3 de octubre de 2012

En Hyde Park...



Tras dejar a Verónica seguir paseando con su bebé en el carrito, Jeremy decidió permanecer un rato más en el parque.
No tenía ganas de ir a casa.
No todavía.
Por eso, decidió ir a sentarse en una de los bancos que había frente a la fuente con patos, justo al lado de la mujer desconocida que llevaba el tocado.
Cuando se sentó, pudo comprobar que no le era desconocida para nada, sino que se trataba de Penélope Storm.
Aunque era bastante lógico que fuese ella, si te parabas a pensarlo, ya que de todas las mujeres que había conocido y conocía, Penélope era la única que llevaba algo tan obsoleto y pasado de moda como los tocados enterizos.
"¿Está dormida? ¿Está dormida?" se preguntaba una y otra vez mentalmente, incapaz de creer la osadía que estaba cometiendo. "Normal que su madre la llame excéntrica. Nadie en su sano juicio se quedaría dormida en un banco de Hyde Park donde todo el mundo que pasara podría verte" enjuició.
- Buenos días señor Gold - dijo ella sin abrir los ojos y, rompiéndole totalmente los esquemas mentales.
- Pero ¿cómo?...¿Cómo me habéis reconocido? - preguntó, aún son poder creérselo todavía.
- Vuestro olor es inconfundible, señor - respondió ella.
Jeremy no supo muy bien cómo manejar esa respuesta y sobre todo, si tomárselo a bien o a mal.
- ¿Qué haces tu aquí? - preguntó el volviendo a tomar el control de la conversación.
- ¿Yo? - preguntó ella sorprendida, aunque sin levantar el tono de voz ni abrir los ojos. - Yo soy la acompañante de Verónica en sus paseos matutinos - explicó ella tranquila y relajada, como si eso fuera algo obvio.
Jeremy enarcó una ceja de escepticismo ante esa respuesta.
¿Ella? ¿Penélope era la acompañante?
Le costaba creerlo.
Le costaba creerlo mucho además.
No le entraba en la cabeza cómo alguien tan pequeñito y de apariencia tan frágil iba a poder proteger a Verónica y a la niña de un posible ataque de algún maleante.
Pero si la habían confundido en numerosas ocasiones con una de sus primas pequeñas dado su aspecto, ¡por Dios!
Además, que el ataque de un malhechor era algo perfectamente plausible dadas las intempestivas horas matutinas en que Verónica sacaba a pasear al bebé.
Lo que Jeremy desconocía por completo era que Penélope llevaba un arma en el bolso.
- Antes de nada, si vas a echarme una bronca o soltarme uno de tus discursos en tono solemne acerca de Verónica Rossi, te advierto (dijo señalándola con el dedo, aunque esto ella no lo veía, porque no abría los ojos...) ahórrate la saliva y la molestia. Ya lo han hecho tu amiguita Rosamund y mi "querida" hermana Katherine -
- ¿Yo? - preguntó ella abriendo los ojos (¡al fin!) - ¿Yo? - repitió. - No veo por qué habría de hacer tal cosa señor. En todo caso, tendría que daros las gracias -.
- ¿ Las gracias? - preguntó Jeremy sorprendido y sin esperar para nada una respuesta como esa.
- Si, las gracias. Habéis hecho a una de mis mejores amigas la mujer más feliz de la tierra al cumplir su sueño y darle lo más maravilloso ue puede exitir fruto del amor entre un hombre y una mujer. Un bebé. Una niña. Francesca. Es por todo ello por lo que creo que debo daros las gracias señor -
- ¿Fruto del amor entre un hombre y una mujer? ¿Fruto del amor entre un hombre y una mujer? - repitió más indignado a cada repetición y por lo que comenzó a reírse de forma sarcástica y falsa. - Fruto del deseo y la lujuria de tu amiguita querrás decir - la amenazó, señalándola con el dedo.
- ¿Estás seguro? - preguntó Penélope intentando hacerle dudar en su afirmación.
- Segurísimo - dijo rotundo. -Tu amiguita que iba de puritana y decente, pero que no es diferente a tantas otras que han intentado seducirme y quedarse embarazada para cazarme. Pues bien, lo consiguió. Por eso hay que felicitarla. Es la única que se ha quedado embarazada. Y no solo eso, sino que además tuvo a esa niña. Todo porque pensaba que así me casaría con ella. Pues siento comunicarte que no me voy a casar. Con ella ni con nadie - concluyó tajante.
- ¿Y vos señor decís eso tras cinco meses siendo su amante? - preguntó Penélope y, en esta ocasión levanto un poco el tono de vos, lo cual era señal inequívoca de que estaba empezando a enfadarse. - Permitidme deciros señor que no la conocéis en absoluto - dijo ella volviendo a su anterior tono neutro.
- ¿De veras? - le preguntó él irónico. - Ilustradme pues - le retó.
Y con estas palabras, acompañadas con el mismo gesto que ejecutaba al concluir su discurso en la Cámara de los Lores, instó y dio pie a Penélope a que iniciase el alegato a favor de su amiga.
Penélope suspiró antes de hablar y de paso, organizó sus ideas.
- Verónica está enamorada de vos, señor. Eso es algo que sabemos los dos y bueno, en general todo el mundo que se detenga a mirarla a la cara en cuanto entráis en una estancia donde ella se encuentra previamente. Siempre ha estado enamorada de vos. Desde los doce años llevamos burlándonos de ella por este motivo. Cuando regresó de Italia, prometida con Dante Filippi pensamos que quizás...os había olvidado...pero eso se acabó en el preciso instante en que vos decidistéis posar vuestra mirada sobre ella y seducirla. Porque sí señor. Se necesitan dos para bailar un vals y tanto una como otro sois culpables de la situación en la que os véis envueltos ahora mismo -.
- Penélope, deja de hacerme un resumen de lo ocurrido hasta ahora ¿quieres? Me estás aburriendo - dijo, bostezando.
- No lo entendéis ¿verdad? - preguntó exasperada y negando una y otra vez con la cabeza. - No. No lo entendéis - se reafirmó. - Señor, sabéis tan bien como yo que Verónica es considerada bastarda por la familia de su padre. Pues bien, aparte de para reencontrarse con nosotras, la única motivación de Verónica para regresar a Inglaterra era para "vengarse" de su familia demostrándole a todos el enorme error que habñian cometido al apartarla de su lado.
De ahí las demostraciones y ostentaciones de lujo y refinamiento en sus atuendos y también sus exquisitos modales y comportamientos. Pero cuando por fin decidisteis hacerle caso y considerarla una mujer deseable y digna de estar junto a vos, lo olvidó todo: olvidó Italia, olvidó a su prometido y olvidó la venganza. Todo. y ¿por qué? Solo por estar junto a vos, porque basta con una sola mirada que crucéis con ella para que su día se alegre.
Hasta ahora ha presumido de ser una mujer virtuosa a ojos de la sociedad pero ¿qué pasará cuando se enteren de la pequeña sorpresa que ambos compartís? Que el respeto, el cariño y aceptación pública conseguidos hasta ahora se irán por la borda.
¿Por qué? Porque os ama y porque gracias a ese amor al que vos llamáis lujuria, ha tenido el mayor regalo de su vida: un bebé del hombre del que está enamorada. Y por eso, por eso mismo, aguantará todo el aluvión de críticas, humillaciones e insultos que dirán sobre ambas. Será fuerte por las dos, porque tu amor en forma de bebé de dará la fuerza necesaria para enfrentarlos a todos. Incluso cuando vuelva a Italia y allí le vuelva a ocurrir lo mismo, ella seguirá siendo fuerte. Por Francesca. Por vos. Por amor. Así que lo siento señor, pero creo que vos y yo tenemos una definición diferente acerca de qué es el amor, ya que en mi opinión, si eso no es amor, no veo qué otra cosa puede ser - dijo, poniéndose de pie y acercándose a la fuente.
Jeremy se quedó mudo ante el monólogo de Penélope y la miró desde una óptica totalmente diferente:
"¿Chiflada? ¿Excéntrica? ¿Quién demonios iba diciendo esas cosas sobre ella?"
Acababa de escuchar el pensamiento adulto más coherente en mucho tiempo en boca de prácticamente una niña. ¡Él! ¡Que era político! Y un político (en teoría) debía estar acostumbrado a discursos deslumbrantes.
Era incapaz de decir nada que le rebatiera el argumento.
Nada en absoluto.
Al mirar a su izquierda, Penélope comenzó a distinguir a lo lejos cómo la silueta de su amiga Verónica se acercaba poco a poco en su dirección, por lo que dejó de juguetear con el agua y se puso de pie
Sin embargo, antes de caminar para ir a su encuentro, volvió a dirigirse a Jeremy:
- Señor, yo misma fui la primera que hace ocho años afirmó que vuestro matrimonio con Rebecca Fitzgerarld era un error tremendo y un fracaso a voces. Por eso, me veo hoy con la suficiente seguridad y firmeza para daros el siguiente consejo: Rebecca murió. Está enterrada. Pero vos no habéis dejado que se marche y os abandone todavía.
La vida os ha dado una nueva oportunidad de ser feliz, primero en forma de Verónica y ahora en forma de familia con el nacimiento de Francesca. No lo desaprovechéis. No cometáis el error de englobar a todas las mujeres en el mismo saco. Verónica no lo merece. Señor, no permitáis que regrese a Italia porque será el error más grande que hayáis cometido en toda vuestra vida. ¡Sed valiente señor! Sed valiente y asumid de una buena vez vuestros sentimientos por ella -.
Tras eso, se reajustó el tocado (ligeramente torcido por el viento) y comenzó a caminar hacia Verónica, sin volver la vista hacia atrás ni un solo instante. No hacía falta.
Sintió la mirada fija de Jeremy Gold en su espalda durante todo el trayecto hasta que la alcanzó.
Y Jeremy, aún sentado en el banco, siguió mirándolas incluso hasta que juntas, abandonaron Hyde Park

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